martes, 13 de diciembre de 2011

Atrévete y te sorprenderás!

“El que no se arriesga, ni gana ni pierde”

Esta frase nos debe resultar muy familiar, la habremos escuchado infinidad de veces…pero, qué opinas tú al respecto? Eres de los que se arriesga cuando visualiza alguna oportunidad provechosa o eres más bien cauteloso y discreto, inseguro y pensativo ante los detalles, adelantándote a los posibles inconvenientes que te puedan surgir?



En ocasiones, no resulta tan sencillo embarcarse en una nueva aventura que implique variaciones y riesgos violentos, sobre todo si éstos pueden involucrar “pérdidas” o “cambios en nuestro estatus”. Generalmente nos lanzamos al vacío cuando nos aseguramos primero que no tenemos mucho que perder o cuando las pérdidas no supondrán detrimentos considerables con respecto a la inversión inicial.

El miedo al fracaso puede llegar a ser una gran limitante en nuestra vida y en nuestra trayectoria profesional. Quizás te resulte útil recordar a aquel niño de la escuela, que sentía un fuerte escalofrío en el estómago y el corazón galopando en su pecho cada vez que veía a la chica de sus sueños, pero se quedaba paralizado, incapaz de hablarle… O aquel otro muy inteligente que sabía siempre las respuestas a las preguntas del profesor y que nunca llegó a postularse a aquel concurso por temor a equivocarse o a que se burlaran de él. Lo más irónico es que nunca se detuvo a pensar que quizás la chica también sentía cierta atracción por él…o en el caso del segundo, que los demás quizás no sabrían tanto como él. 



Definitivamente la historia tendría un final muy diferente si los niños se hubiesen arriesgado un poco más. Pero de qué depende que seamos más atrevidos o más cohibidos? No solo tendrá que ver con agentes internos (rasgos de personalidad) y externos como la educación que hemos recibido, sino que también tendremos que relacionarlo con factores situacionales como la práctica que hayamos tenido sobre escenarios previos.  

Lo que si es cierto es que mientras menos nos equivoquemos, menos experiencia adquirimos, menos contextos distintos manejaremos, menos recursos tendremos que desarrollar y nos quedaremos en una zona de confianza “ficticia” y temporalmente frágil. La pericia se adquiere con la práctica, el enfrentar diariamente nuevos retos es lo que nos asegura el desarrollo de nuevas destrezas, proporcionándonos más soltura ante nuevos desafíos.  

Tomando en cuenta esto, la frase inicial del post podría reescribirse: 

“El que no se arriesga, siempre pierde”

No solamente, pierdes la ocasión de descubrir nuevos caminos, sino que dejas pasar la oportunidad de ganar nuevas herramientas que te permitirán continuar reinventándote ante nuevas situaciones, fortaleciendo el conocimiento acerca del mundo y sobre todo, de cómo te mueves tú en él.

Para poder triunfar en lo que hacemos, tenemos que tener muy claro aquello en lo que somos buenos, que representará una ventaja y una posibilidad de éxito frente al mercado. Igualmente tenemos que mirar hacia nuestras carencias, aquellos vacíos que de alguna forma nos posicionan por detrás y que evidentemente representan puntos a mejorar.



Por lo tanto, tampoco podemos movernos en extremos, como aquel Gambler al que le salió la jugada de su vida... Con un Poker de Ases, juró que era imposible perder! Por lo que confiado, apostó TODO lo que tenía….con lo que no contaba era que el destino también ayudaría a su contrincante, nada menos que con una escalera real!… Lo perdió todo, pero seguro que aprendió una importante lección: Es importante limitar el impacto de un posible fracaso.

Entonces la frase de nuestro post deberíamos reescribirla una vez más: 

“El que no se arriesga de forma controlada, siempre pierde” 

Sea en los negocios o en cualquier aspecto de nuestra vida, es necesario que sepamos establecer esos límites que nos permitirán asumir las posiciones de riesgo que son imprescindibles para cambiar y alcanzar la excelencia. Si no nos exponemos nunca obtendremos resultados.

Ahora es el momento para dar ese paso y presentar esa gran idea que tenemos, para pedir el aumento que deseamos, para alzar nuestra voz y dar nuestra opinión, para asumir nuestra realidad y para ser lo que siempre hemos querido ser.

Atrévete y (te) sorprenderás! 

lunes, 21 de noviembre de 2011

Una historia que se repite...

...A pesar de la tendencia negativa en las ventas de los últimos 3 trimestres, el Director General estaba confiado y tranquilo, se había tocado fondo, era imposible que la situación empeorara aún más. Lo que faltaba era simplemente esperar por un punto de inflexión en la curva, situación que no llegaba.

 
La pequeña y exitosa empresa que dirigía había alcanzado excelentes resultados durante tres años consecutivos, él había sido condecorado y ya era reconocido en las asociaciones industriales del sector. Realmente todo se debía a aquel acuerdo comercial con esa gran empresa Alemana. Su demanda era tal, que en poco tiempo comenzaron a fabricar casi exclusivamente para ellos. Las inversiones eran exclusivamente para ser más eficientes y más rápidos en los procesos de fabricación de los subproductos de la súper empresa Alemana. Todo iba viento en popa!

Pero algo sucedió. El análisis del flujo de caja indicaba que faltaría liquidez en menos de tres meses! Era el momento de tomar decisiones! Llamó a sus asesores y comenzaron a estudiar una estrategia drástica de reducción de gastos, que pasaba por una reducción de personal, recortes en los beneficios, viáticos, etc., etc., etc.

Con todo esto se lograría un ahorro significativo en los gastos fijos, penalizaba considerablemente el mantenimiento y la estructura comercial, pero permitiría una recuperación del flujo de caja hasta que se ocurriera "la inflexión de la curva" y se retomaran los volúmenes de ventas a los que estaban habituados. 

El tiempo pasó…

La gran empresa Alemana fue comprada por una multinacional asiática con una filosofía totalmente diferente y por supuesto, con proveedores diferentes. Y como era de esperar, la empresa de nuestra historia, sus empleados y director pasaron a aumentar las estadísticas de fracaso y el desempleo.




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De esta pequeña historia podemos extraer algunas reflexiones:

    1)      Hay un refrán popular que dice: “Cuando el río suena, es porque piedras trae”. Debemos ser precavidos para adelantarnos a los acontecimientos aunque no nos guste el panorama futuro o las noticias que escuchamos. Si el director de nuestra historia hubiese estado más atento a los indicadores del mercado, habría tenido más tiempo y recursos para planificar estratégicamente un cambio más exitoso. 

    2)      No se recomienda que la empresa dependa de un solo cliente o de un solo proveedor. Es importante monitorizar frecuentemente el peso en las ventas de los principales clientes y analizarlos exhaustivamente para evitar sorpresas desagradables.

    3)     Es recomendable, hacer los procesos cada vez más eficientes, pero también es importante invertir en nuevos productos y nuevos clientes. Esta hubiera sido, sin lugar a dudas, una posible solución para la empresa de nuestro relato.

    4)      Los recortes de última hora en casos tan extremos como este, son como "paños calientes". Nos preguntamos, en realidad son necesarios? Tal vez, sin embargo, por si solos no resuelven la situación. Es necesario corregir el problema de raíz, buscando fuentes de ingresos adaptadas a la nueva realidad y con los recursos existentes.

Estamos cansados de escuchar que las crisis representan "oportunidades", probablemente sea cierto, lo realmente difícil es identificarlas. Muchas veces necesitamos la ayuda de alguien externo al problema, que no esté tan identificado con la situación de conflicto, para que nos de ideas frescas y puntos de vista diferentes.

De una cosa si podemos estar seguros; con el pasar del tiempo, nuestras vidas cambian de rumbo gracias a las decisiones que tomamos o dejamos de tomar en esos momentos de crisis y cuando vemos hacia atrás, nos damos cuenta que hemos aprendido y evolucionado gracias a ellas!!


No te resistas al cambio, ábrete a él y conviértelo en tu aliado!!!

lunes, 19 de septiembre de 2011

Y tú, ganabas el concurso?


Se cuenta…


…que la predicción meteorológica del fin de semana anunciaba días grises, fríos y de mucha lluvia... Una pena, porque era el último fin de semana antes del gran concurso de fotografía de montaña.
Los tres participantes, de forma independiente, habían planificado exhaustivamente y durante aproximadamente un año lo que iban a fotografiar “ese sábado”, con la ilusión de tener en sus manos la foto ganadora!!


Con las ideas muy claras, cada uno pensaba que era imposible perder el concurso, saboreando anticipadamente el triunfo... Hasta que la chica del tiempo anunció sus presagios por la televisión...


El mayor y más pesimista de los tres desistió inmediatamente. La foto de sus sueños necesitaba el sol radiante de las diez de la mañana, pero en un día de lluvia era simplemente imposible... y a pesar de que la predicción del tiempo anunciaba el inicio de la lluvia para el mediodía, prefirió quedarse en casa y así evitar también un resfriado.


El segundo participante, era optimista por naturaleza y como la mente positiva atrae cosas positivas, decidió hacer caso omiso de las predicciones climáticas... -“Siempre se equivocan”- comentaba esperanzado.


La fotografía que idealizaba necesitaba la luz de un atardecer sin nubes y estaba convencido que el clima mejoraría y tendría la oportunidad de tomarla. Tenía que ser “esa foto”, porque si no, no sería “perfecta”... Así que decidió sentarse bajo un árbol a esperar a que dejara de llover y apareciera el momento perfecto para su fotografía. Estaba tan convencido de que no le molestaban las gotas, que comenzaban a salpicarle a travesando las hojas de su improvisado resguardo.


Mientras tanto, al escuchar las horribles predicciones de la chica del tiempo, el tercer concursante se vistió ropas adecuadas y decidió ir rápidamente a la tienda más cercana a comprar un paraguas, una funda especial para proteger su equipo de la lluvia y hasta un filtro polarizador para eliminar algunos reflejos. Había leído alguna vez, que la lluvia era especialmente interesante en la fotografía, pudiendo incluso llegar a ser un elemento diferenciador de paisajes, si daba la casualidad de que las precipitaciones se combinan con claros de luz. Buscó entonces el parasol del objetivo y no olvidó las bolsitas de gel de sílice para evitar eventuales condensaciones por cambios bruscos de temperatura...



También imaginó una fotografía ideal, con mucho sol y un cielo despejado, era una desgracia, pero la realidad era otra y quería ganar el concurso... Así que decidió ir desde muy temprano para ver si aparecía alguna oportunidad diferente y única...


Los resultados del concurso no han sido publicados todavía.


Independientemente del ganador, esta pequeña historia ejemplifica tres posturas diferentes ante la vida. Normalmente las cosas no ocurren tal como las planeamos, pero es importante creer y tener la capacidad de adaptarnos para sacar el mejor provecho de cada situación.
Dentro del mundo empresarial, esto es una imperante realidad a la que debemos hacer frente diariamente. Por más de que intentemos cambiar el curso de las circunstancias, en la mayoría de los casos se imponen condiciones externas que escapan de nuestro control.


Aquellos que logran ajustarse a las nuevas realidades, siendo flexibles, ampliando su percepción y siendo capaces de modificarla en pro de la consecución de los objetivos, serán siempre los que lleguen a la meta con éxito.




Y tú ganabas el concurso?


domingo, 19 de junio de 2011

Motívate y motivarás

Hoy hablaremos de un tema muy común y tristemente desatendido en nuestras empresas.
Cuando se trabaja con equipos, independientemente de la naturaleza que tengan, resulta sumamente importante conseguir que éste mantenga el ritmo de la “productividad” en periodos de tiempo prolongado. Productividad entendida como la capacidad de llevar a cabo su misión eficientemente con niveles deseados del rendimiento.
Más allá de que la motivación sea un proceso subjetivo que depende principalmente de factores internos, esta atracción personal que sentimos hacia un objetivo puede verse influenciada por el nivel de motivación que el gerente sea capaz de transmitir.
Es importante que el equipo sienta que realmente existe un líder que demuestre que sabe hacia dónde va, que no se deje abatir tan fácilmente por los altos y bajos del día a día, que en momentos de crisis no confunda el desahogo y la autoridad con la falta de respeto, que reconozca privada y públicamente el trabajo bien hecho, que demuestre un fuerte poder de convocatoria y convencimiento, que tome en cuenta las opiniones de su equipo e intente tomarlas en cuenta de forma integradora.
Podría pensarse que éstas son características ideales, difícilmente alcanzables, sin embargo, más allá de lo que se cree, un buen gerente llega a serlo gracias a la práctica, a su propia capacidad de auto superarse con cada experiencia vivida, más que a su propia formación.
¡Fortaleza bajo presión!
¡Es un hecho!, el equipo es fácilmente influenciable por el estado de ánimo de su líder por lo que es imprescindible aprender a transmitir una actitud positiva y enérgica para mantener el barco a flote y para que el mismo barco genere en contrapartida más energía positiva para retroalimentar al gerente.
Algunas ideas para mantener la motivación podrían ser las siguientes:
  1. Es importante que el equipo completo esté claro hacia dónde se dirige y cuáles son los objetivos específicos que necesitan alcanzar. Un horizonte claro, hace más corto y ameno el camino.
  2. Los objetivos deben ser creíbles. Necesitamos creer en aquello para lo cual luchamos, hacerlo propio y cercano.
  3. Se recomienda plantear los objetivos a corto plazo y si son planteados a mediano o largo plazo, resulta mejor subdividirlos en tareas más sencillas.
  4. Igualmente, es necesario medir el éxito alcanzado durante el camino. A medida que vamos evaluando lo que hacemos, los resultados nos van reflejando aquello que debemos mejorar, pero también nos muestran aquello que hemos hecho bien y es muy necesario celebrar con nuestro equipo cada pequeño logro, reconociendo el esfuerzo invertido.
  5. Realizar reuniones periódicas con el equipo de trabajo. El equipo debe poder expresarse, argumentar y dar ideas, debe sentirse escuchado. Al fin y al cabo, son ellos quienes se enfrentan diariamente a la realidad de los conflictos, los que poseen la información necesaria para cambiar el rumbo de las decisiones de acuerdo a las incidencias que perciben cada día.
  6. Debe existir una óptima relación entre esfuerzo invertido y la recompensa conseguida. Si queremos motivar, debe existir equidad retributiva a lo vertical y horizontal. De igual modo, esta retribución (OJO, no solamente monetaria) debería ser suficiente, esto es, que corresponda con el esfuerzo invertido para que se convierta en el catalizador que impulse nuevas acciones.
  7. Es necesario que las tareas y funciones estén distribuidas equitativamente. Una mala distribución de las funciones es un motivo constante de desmotivación en nuestras empresas, para ello es importante, no solo que se establezcan responsables claros, sino también que las cantidades sean proporcionalmente equitativas, agregando a esta planificación los plazos necesarios para cumplirlas.
  8. Una de las cosas más importantes es la firmeza en nuestras decisiones. Sea lo que sea que prometamos, debemos cumplirlo. Además de dar ejemplo y proyectar respeto, esta actitud nos permitirá establecer límites claros y necesarios para una relación laboral comprometida.
Nuestro gerente debe ser líder, experto y conocedor, debe sentirse parte del desarrollo del proyecto, acompañar y apoyar a su gente. Este compromiso, esta identificación es el principal componente que impulsa y promueve fidelidad. Y ¿qué son las empresas hoy en día sin la fidelidad de sus empleados?


Este post, puede servirnos de reflexión en nuestra práctica profesional, ayudarnos a vernos, evaluarnos y aprender a visualizar con humildad cuáles son aquellas cualidades que tenemos que reforzar para llegar a ser buenos líderes y contribuir como motores o catalizadores para una fuerza de trabajo cada vez más eficiente.

 

viernes, 13 de mayo de 2011

Invierte en Municiones


La auto estima y la auto confianza son como las balas que lleva un soldado para la guerra. Cuando se van agotando, el soldado se va sintiendo vulnerable y desprotegido, se repliega sobre sí mismo, escondiéndose, evitando en todo momento sentirse expuesto. Sin embargo, lo que puede pasar por alto el soldado mientras va perdiendo sus municiones, es que se convierte en una presa fácil para el enemigo.

El soldado podrá tener el mejor armamento y la última tecnología, pero éstas no serán realmente eficaces sin las municiones adecuadas. Sin éstas, difícilmente será capaz de cumplir sus objetivos y probablemente hasta cometa alguna locura.

Por esta razón, es absolutamente necesario recargar frecuentemente nuestras armas. Un buen Gerente invierte diariamente en municiones, pero de qué manera las cultiva, cómo evitamos quedarnos desprotegidos?
 
Qué representan las balas de esta analogía en términos prácticos para un Gerente?

En primer lugar, sería muy útil analizar las razones por las que no tenemos suficientes municiones. Tenemos que comprender el por qué nos sentimos inseguros, qué situaciones nos generan inestabilidad, miedo, angustia... Para esto, es necesario hacernos preguntas claves que nos conducirán a retomar nuestro camino y encontrar respuestas a nuestras incertidumbres. Por ejemplo:
  • Será que nunca he vivido alguna situación similar y no sé cómo reaccionar?
  • Será que carezco de algún conocimiento, habilidad o experiencia?
  • Será que le temo a lo desconocido?
  • Será que me siento intimidado por alguien o por algo?
  • Será que no creo realmente en el suceso del proyecto?

Quizás el paso más difícil sea darnos cuenta de que nos faltan municiones, aceptar que carecemos de algo importante para continuar, reconocernos en falta. Esto puede provocarnos dolor, angustia, ansiedad, sobre todo si ocupamos cargos de gran responsabilidad o si estamos acostumbrados a dar una determinada imagen ante los demás. Sin embargo, si somos sinceros y asertivos con nosotros mismos, habremos dado el primer gran paso para recargar nuestras armas.

Una vez que aceptamos, el siguiente paso es ver la situación de dificultad como una oportunidad de mejora y de crecimiento, no solo personal sino profesional.

Dejando de lado las individualidades, podríamos hacer una pequeña lista que puede ser de utilidad para reforzar nuestro armamento:

1- Conviértete en un experto. Un gerente debe leer, estudiar y convertirse en el mayor conocedor de todo lo relacionado con el tema en el que está trabajando. El ser humano siente ansiedad y temor frente a lo desconocido, por lo tanto, si manejamos el tema, conocemos sus pormenores, nos sentimos más seguros, más capaces y más motivados.

2.- La inseguridad ante las capacidades de otras personas generalmente es el reflejo de nuestros miedos. Par superar esto, tenemos que hacer consiente que muy probablemente el problema esté en nosotros y no en la otra persona. De igual forma, también tenemos que aceptar que ser "El Gerente" no siempre implica ser la persona que más sabe. Un buen gerente se rodea de personas especializadas, más preparadas en distintas áreas que él para poder lograr sus metas. Esa persona que nos intimida podría eventualmente ser la clave para el suceso...

3.- La motivación puede influenciar significativamente la auto estima. Cuando establecemos objetivos a muy largo plazo tendemos a perder la esperanza. En este caso conviene dividir el problema en pequeños sub-problemas y festejar los logros en cada fase.

4.- El entorno que nos rodea nos bombardea con noticias y situaciones que pueden condicionar nuestro estado de ánimo. Es necesario crear un ambiente de trabajo que minimice lo negativo y refuerce lo positivo. Es importante fomentar una nueva forma de pensar que evite la palabra "problema", que busque identificar las causas y no los culpables y donde no se acepten quejas sin propuestas de solución.

Ahora ya tienes algunos tips... No te quedes sin municiones!


miércoles, 27 de abril de 2011

Antes de ser Gerente hay que ser Gente



Sobre qué bases se sustenta el éxito de las empresas hoy en día? El éxito de una empresa pasa en gran parte por su habilidad para manejar a sus recursos humanos. Un recurso humano que por su naturaleza tan cambiante y dinámica no puede ser tratado de la misma forma como solía hacerse hace “apenas” 5 años.

Este concepto muta constantemente, quizás hasta “violentamente” por lo que se hace indispensable  una postura adaptativa, flexible que acompañe este movimiento. La buena gestión del talento humano es una de las cualidades indispensables que tiene que tener el gerente actual.

Este requisito le acercaría indiscutiblemente al éxito, sin embargo también es una de las más complicadas cualidades que hay que fomentar. Para ello, primero hay que crecer personalmente, convertirse en un verdadero líder sensible a las motivaciones humanas y a la vez humilde, sobretodo para reconocer cuándo otros están mejor cualificados. Como ocurre con frecuencia.

Este último punto adquiere suma importancia cuando analizamos que el propio gerente es también un ser humano con experiencias y vivencias que le han forjado un carácter pero que eventualmente puede sentirse vulnerable ante la competencia de su propia plantilla o de las vicisitudes del día a día.

La forma cómo el gerente encara estas vulnerabilidades y complejos, puede ser la clave y marcar la diferencia entre una buena o mala gestión. El no gestionarlo de manera adecuada, generaría frustración, clima inadecuado, desmotivación…y una alta rotación de personal.

Este tipo de situaciones es más notorio en empresas pequeñas del tipo familiar con estructura piramidal, donde el jefe no necesariamente tiene la experiencia y preparación necesaria para serlo, habitualmente es un emprendedor, un familiar o hasta un profesional contratado sin un proceso de selección adecuado. Lo importante es que muchas veces no tiene los argumentos suficientes para canalizar estas situaciones e intenta evadir y escudarse asumiendo comportamientos extremos que pueden ir desde un perfil autoritario que utiliza el miedo, las amenazas y la manipulación para conseguir sus objetivos; hasta comportamientos inseguros, contradictorios y/o sin carácter que siguen la corriente de los empleados para evitar conflictos.

Es necesario entender que las formas de dirección han cambiado y siguen cambiando. Esto es una realidad, ya no es a través del control y la autoridad como mejor se gestiona, sobre todo cuando se trata de personas cualificadas que al percibir estas actitudes, se reprimen de toda posibilidad de desarrollar su talento dentro de ese lugar y en consecuencia, se aburren y emprenden nuevamente una búsqueda hacia un mejor horizonte profesional.

En cualquiera de los casos, esta situación puede atenuarse a partir del momento en que el gerente toma conciencia de ella y la interioriza. Luego comienza un proceso de aceptación donde se comprende que ser gerente no implica ser la persona que sabe más o que es más capaz, sino simplemente la persona que organiza y canaliza los recursos para lograr los objetivos deseados. Finalmente este autoconocimiento genera una serie de procesos internos que se traducen en una mejor autoestima.

Y esta es la clave: LA AUTOESTIMA. Cuando una persona se siente bien consigo misma, no necesita fingir, sabe que cuenta con las herramientas suficientes para enfrentar las situaciones de su día a día, fluir en su trabajo y contagiar a otro con su autoeficacia. Esa persona es más auténtica, consigue inspirar a los otros. Esa persona es más Gente.

Por eso, antes de ser Gerente hay que ser Gente.



miércoles, 16 de marzo de 2011

El arte de gerenciar!

Nos gustaría comenzar este recorrido debatiendo el significado del concepto de
gerencia y su fundamentación en la práctica.
Un concepto de gerente podría ser la persona encargada de generar resultados de forma eficiente en una empresa.
De este concepto tan general, podríamos extraer algunos puntos importantes.


1.- El gerente solo existe para cumplir objetivos. Aunque suene un poco rudo y simplista, en efecto, el gerente es necesario únicamente para llevar a cabo una serie de procesos y lograr que se cumplan una serie de objetivos. Cuando hablamos de objetivos nos podríamos referir, por ejemplo, a incrementar las ventas, motivar al personal, crear una marca, organizar un evento, establecer metas, negociar, etc.

Lo importante es que la gestión del gerente sea eficaz. Si no lo es, deben evaluarse entonces muchos frentes, entre ellos; el realismo de los objetivos planteados y también la capacidad de gerenciar. Puede ser que quien desempeñe las funciones de gerencia, si no logra discriminar cuáles son los problemas que le están impidiendo conseguir resultados, no cuente con la suficiente experiencia aún como gerente y necesite de mayor entrenamiento en habilidades y/o experiencias, y esto debería llevarlo a una reflexión personal y profesional.

2.-  Ser "Encargado" implica Responsabilidad y la responsabilidad consiste en responder por las propias acciones. Es darse cuenta de lo que hay que hacer y actuar en consecuencia. Un gerente debe ser capaz de tomar decisiones en el momento acertado y asumir las consecuencias sin buscar “culpables”.  Estas decisiones siempre acarrearán consecuencias y las causas de que los objetivos no se cumplan habrá que buscarlas tanto en el exterior como en el interior (del gerente, de su equipo de trabajo) y mucho más frecuente de lo que nos gustaría llegar a creer, somos nosotros mismos los responsables de lo que (nos) ocurre.

3.- Ser "Encargado" implica también estar a cargo de los recursos.
El Gerente debe planificar, organizar, dirigir y controlar la correcta utilización de los recursos disponibles para alcanzar la meta y entre ellos se encuentran los humanos, físicos y también financieros.

4.- De preferencia el gerente debe ser Eficiente.
Los objetivos deben ser conseguidos al menor costo posible y con el menor impacto en los recursos disponibles. Es importante resaltar que para un gerente la Eficacia debe ser indispensable mientras que la Eficiencia debe ser una buena práctica.

Nosotros queremos ir más allá de esta visión. Más allá de que la figura de un gerente represente a la persona encargada de generar resultados de forma eficiente en una empresa, sus virtudes y características personales deber llevarle a contagiar, inspirar y movilizar a otros hacia un objetivo en común.

Me atrevería a decir, que no solo debe conducir a otros a conseguir resultados eficientemente, sino también a que se involucren en un compromiso único de fidelidad que les asegure una identificación con esa meta o misión y que les permita a su vez llevarla a cabo con éxito. Guao, vaya responsabilidad que tenemos al gerenciar (nos).

Mucho se habla de liderazgo, de inteligencia emocional, de habilidades directivas… y te has preguntado cómo repercute el ser líder en tú vida? Sabemos realmente lo que significa ser líderes en algo y/o para alguien? Creo que nos deberíamos hacer muchas preguntas, como por ejemplo; qué imagen de mi quiero transmitir a los demás?, con qué recursos cuento para contagiar, para motivar?, qué aspectos de mi experiencia de vida o de mi trayectoria profesional me sirven para inspirar a otros? Mi actitud (en el trabajo) es realmente estimulo consistente para otros? Qué me hace falta para ser un buen modelo? Qué necesito para ser un gerente eficiente y eficaz?

Todos podemos ser gerentes, independientemente del cargo que ocupemos y aquí cito a Robin Sharma cuando dice,  con su magnífica frase,  “hay que ser líderes sin título". Siendo modelos, podemos contagiar esta virtud a los otros y propagar este valor.

Atrévete a ser creativo y a contagiar a otros siendo el mejor en lo que haces!!!