martes, 24 de septiembre de 2013

Cómo transformar la desmotivación en un impulso para el cambio.

La motivación es uno de los factores más complejos de la dinámica humana. Aunque no seamos muy conscientes de ello, representa nuestra primera y última tarea diaria y esto implica; conseguir sentirnos a gusto y positivos en todo lo que hagamos sin dejarnos abatir por los contratiempos que nos puedan surgir, pudiendo finalizar nuestro día satisfechos por los esfuerzos que hemos invertido pese al resultado de los mismos.
…Y esto depende únicamente de nosotros.

Tenemos la triste creencia de que nuestro impacto en el mundo es muy pequeño, de que lo que ocurre a nuestro alrededor se nos escapa de las manos y que no somos nosotros quienes influimos en el resto.
Desde esta perspectiva de víctima es cierto que muy poco podemos hacer, pero la realidad, la verdadera realidad es otra muy distinta.  Al darte cuenta de que tú eres el responsable de tu vida, asumes realmente que eres tú el filtro de lo que te ocurre, eres tú quien decide cómo te impactan emocionalmente los problemas a tu alrededor, eres tú quien decide qué hacer para no seguir sintiéndote estancado en un ir y venir de lamentaciones diarias y eres tú quien decide hasta cuándo estar así.
Todo gira en torno a nuestra percepción, incluso lo que ocurre fuera de nosotros mismos. Lo cierto es que SÍ tenemos influencia sobre el medio en el que vivimos pero es muy fácil responsabilizar a la vida, al país, a la empresa, a las familias (…) de todas nuestras desgracias. Siempre ocurrirán situaciones dolorosas, peligrosas, amenazantes y angustiantes a nuestro alrededor, lo que nos toca decidir es cómo enfrentarlas.
Cuando algo no va como esperamos, surge en nosotros una disonancia cognitiva, es decir, una no correspondencia entre nuestras expectativas iniciales y la realidad que se impone. Inmediatamente se desencadena un conflicto entre nuestros pensamientos y nuestras emociones, pudiendo llegar a desmotivarnos si tenemos la percepción de víctima de la cual hablábamos hace un momento.

 Cuando nuestro organismo se encuentra en esta tensión interna, tiende prontamente a resolver esta incertidumbre para restablecer su equilibrio y lo hace; bien buscando un arreglo de nuestras expectativas iniciales o intentando modificar el ambiente para obtener alguna gratificación ante el esfuerzo.

Sin este arreglo personal, nuestro trabajo diario se vería sin recompensa y por lo tanto calificaríamos como FRACASO todas las experiencias vividas. Para  aminorar este desequilibrio interior tan desagradable, antes de centrar nuestra atención en lo que deberíamos recibir del afuera,  sería muy importante focalizarnos en qué podemos hacer nosotros para, en la medida de lo posible, hacer que nuestra realidad actual (que es temporal y transitoria) se convierta en una oportunidad de crecimiento y mejora continua.


La clave radica en intentar transformar una situación de desventaja emocional en una oportunidad de fortaleza personal. Es decir, no esperar a que el ambiente cambie para cumplir tus expectativas, ser tú quien transforme tu ambiente y así modificar tu realidad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario