La motivación es uno de los
factores más complejos de la dinámica humana. Aunque no seamos muy conscientes
de ello, representa nuestra primera y última tarea diaria y esto implica;
conseguir sentirnos a gusto y positivos en todo lo que hagamos sin dejarnos abatir
por los contratiempos que nos puedan surgir, pudiendo finalizar nuestro día satisfechos
por los esfuerzos que hemos invertido pese al resultado de los mismos.
…Y esto depende únicamente de nosotros.
Tenemos la triste creencia de que
nuestro impacto en el mundo es muy pequeño, de que lo que ocurre a nuestro
alrededor se nos escapa de las manos y que no somos nosotros quienes influimos
en el resto.
Desde esta perspectiva de víctima
es cierto que muy poco podemos hacer, pero la realidad, la verdadera realidad
es otra muy distinta. Al darte cuenta de
que tú eres el responsable de tu vida, asumes realmente que eres tú el filtro
de lo que te ocurre, eres tú quien decide cómo te impactan emocionalmente los
problemas a tu alrededor, eres tú quien decide qué hacer para no seguir
sintiéndote estancado en un ir y venir de lamentaciones diarias y eres tú quien
decide hasta cuándo estar así.
Todo gira en torno a nuestra
percepción, incluso lo que ocurre fuera de nosotros mismos. Lo cierto es que SÍ tenemos influencia sobre el medio en el
que vivimos pero es muy fácil responsabilizar a la vida, al país, a la
empresa, a las familias (…) de todas nuestras desgracias. Siempre ocurrirán
situaciones dolorosas, peligrosas, amenazantes y angustiantes a nuestro
alrededor, lo que nos toca decidir es cómo enfrentarlas.
Cuando algo no va como esperamos,
surge en nosotros una disonancia
cognitiva, es decir, una no correspondencia entre nuestras expectativas iniciales
y la realidad que se impone. Inmediatamente se desencadena un conflicto entre
nuestros pensamientos y nuestras emociones, pudiendo llegar a desmotivarnos si
tenemos la percepción de víctima de la cual hablábamos hace un momento.
Cuando nuestro organismo se encuentra en esta
tensión interna, tiende prontamente a resolver esta incertidumbre para restablecer
su equilibrio y lo hace; bien buscando un arreglo de nuestras expectativas
iniciales o intentando modificar el ambiente para obtener alguna gratificación
ante el esfuerzo.
Sin este arreglo personal,
nuestro trabajo diario se vería sin recompensa y por lo tanto calificaríamos como
FRACASO todas las experiencias vividas. Para
aminorar este desequilibrio interior tan desagradable, antes de centrar
nuestra atención en lo que deberíamos recibir del afuera, sería muy importante focalizarnos en qué podemos hacer nosotros para, en la medida de lo
posible, hacer que nuestra realidad
actual (que es temporal y transitoria) se
convierta en una oportunidad de crecimiento y mejora continua.
La clave radica en intentar transformar una situación de desventaja
emocional en una oportunidad de fortaleza personal. Es decir, no esperar a
que el ambiente cambie para cumplir tus expectativas, ser tú quien transforme
tu ambiente y así modificar tu realidad.