lunes, 24 de febrero de 2014

El negar la realidad es un posible billete al fracaso profesional y/o empresarial.


Para poder respetar los principios de la mejora continua, necesitamos tener la valentía de reconocer objetivamente nuestra situación actual y para ello tenemos que estar abiertos al feeback. Estar abiertos al feedback significa recibir sin resistencias las críticas constructivas que puedan tener todos aquellos elementos que formen parte de nuestra cadena de interacción, a todos los niveles.

No es fácil admitir nuestros errores, reconocer que aquello que pensamos que estamos haciendo bien, no está dando los resultados esperados. No es tarea sencilla darnos cuenta de que tenemos fallos, de que la imagen que proyectamos puede ser diferente de la que pensamos e incluso que seguramente no sea la misma que reciban todos los sectores de la empresa por igual. Sin embargo, si queremos y buscamos la excelencia, necesitamos abrir los ojos y también los oídos e invitarnos a la reflexión.

La percepción de la realidad siempre está sujeta a la interpretación que le queramos dar a los datos que recibimos y aquí está el gran riesgo de no poder ver la situación tal cual es. No hay verdades absolutas, cada opinión, cada aporte debe ser recibido como una verdad de quién la transmite y en vez de negarnos a darle credibilidad o subestimar su aporte, debemos simplemente tomarlo como un elemento más de análisis que ha salido a la luz y sin desestimarlo, ver en qué medida puede ser atendido. Al fin y al cabo tiene (en mayor o menos medida) un impacto en nuestra realidad.

En los resultados del análisis del clima en las empresas, suele darse una gran resistencia a aceptar la información que puede llevarnos a un cambio transformador. En ocasiones parece que se hacen procedimientos estandarizados para este diagnóstico solo por compromiso o como cumplimiento de un requisito corporativo. Sin embargo, cómo es manejada esta información? Cómo es interpretada? Qué medidas se toman al respecto? Cuál es el alcance de los planes de acción? Qué aspectos se dejan de lado? Por qué?

Si no somos capaces de aceptar las consecuencias de iniciar un cambio de mejora, será mejor no iniciarlo. No solo damos falsas expectativas, sino que también la percepción de credibilidad en la gerencia disminuye y traerá como resultado un decremento de la motivación que se traducirá inmediatamente en una baja productividad.

Si buscamos triunfar hay que revisarse continuamente, el propio conocimiento nos permite saber con qué recursos contamos para hacerle frente a las distintas demandas y a la vez nos informa de qué necesitamos reforzar, eliminar, mejorar, para causar un impacto más positivo en nuestro entorno. Esta es la única manera de anticiparnos a los cambios con seguridad.

Las causas del mayor número de quiebres de pequeñas empresas se deben a una carencia en la competencia y el conocimiento de la administración y la gestión de recursos humanos (entre otros factores) Esto incluye el desarrollo de políticas de personal inconsistentes; es decir, inadecuada selección de personal, carencias en la dirección de equipos, escasa o nula fuerza de capacitación, ausencia de detección de necesidades, carencia de reconocimientos e incentivos (no necesariamente económicos) falta de credibilidad y de justicia en las decisiones estratégicas, y muchos más…

Para la propia supervivencia, es fundamental reconocer nuestras limitaciones y todos aquellos recursos y capacidades para hacerles frente. Hacer de esto un conocimiento periódico no solo nos permitirá adquirir destrezas y habilidades de adaptación al cambio, sino que nos impulsará a ganar más seguridad en el momento de tomar decisiones que con certeza nos conducirán al éxito.

Se cree, erróneamente, que es necesario mantener una imagen de fortaleza para mantenerse competitivamente en el mercado, además, desde la perspectiva del empresario, el aceptar la parte negada en su totalidad, podría representar una apertura a la tan despreciada vulnerabilidad. Desde mi criterio, esta falsa apariencia, al no ser real, terminará por desvanecerse, llevándose consigo una carga energética muy grande que podríamos haber empleado de manera más eficiente en desprendernos de creencias inútiles y aprender a trabajar de forma más inteligente.

El sol no se tapa con un dedo, siempre la realidad se impondrá a nuestras resistencias y terminaremos dándonos cuenta de todo aquello que intentábamos con tanto esfuerzo ocultar. Ojalá que cuando esto ocurra, aún estemos a tiempo de entrar en acción y modificarlo.



martes, 24 de septiembre de 2013

Cómo transformar la desmotivación en un impulso para el cambio.

La motivación es uno de los factores más complejos de la dinámica humana. Aunque no seamos muy conscientes de ello, representa nuestra primera y última tarea diaria y esto implica; conseguir sentirnos a gusto y positivos en todo lo que hagamos sin dejarnos abatir por los contratiempos que nos puedan surgir, pudiendo finalizar nuestro día satisfechos por los esfuerzos que hemos invertido pese al resultado de los mismos.
…Y esto depende únicamente de nosotros.

Tenemos la triste creencia de que nuestro impacto en el mundo es muy pequeño, de que lo que ocurre a nuestro alrededor se nos escapa de las manos y que no somos nosotros quienes influimos en el resto.
Desde esta perspectiva de víctima es cierto que muy poco podemos hacer, pero la realidad, la verdadera realidad es otra muy distinta.  Al darte cuenta de que tú eres el responsable de tu vida, asumes realmente que eres tú el filtro de lo que te ocurre, eres tú quien decide cómo te impactan emocionalmente los problemas a tu alrededor, eres tú quien decide qué hacer para no seguir sintiéndote estancado en un ir y venir de lamentaciones diarias y eres tú quien decide hasta cuándo estar así.
Todo gira en torno a nuestra percepción, incluso lo que ocurre fuera de nosotros mismos. Lo cierto es que SÍ tenemos influencia sobre el medio en el que vivimos pero es muy fácil responsabilizar a la vida, al país, a la empresa, a las familias (…) de todas nuestras desgracias. Siempre ocurrirán situaciones dolorosas, peligrosas, amenazantes y angustiantes a nuestro alrededor, lo que nos toca decidir es cómo enfrentarlas.
Cuando algo no va como esperamos, surge en nosotros una disonancia cognitiva, es decir, una no correspondencia entre nuestras expectativas iniciales y la realidad que se impone. Inmediatamente se desencadena un conflicto entre nuestros pensamientos y nuestras emociones, pudiendo llegar a desmotivarnos si tenemos la percepción de víctima de la cual hablábamos hace un momento.

 Cuando nuestro organismo se encuentra en esta tensión interna, tiende prontamente a resolver esta incertidumbre para restablecer su equilibrio y lo hace; bien buscando un arreglo de nuestras expectativas iniciales o intentando modificar el ambiente para obtener alguna gratificación ante el esfuerzo.

Sin este arreglo personal, nuestro trabajo diario se vería sin recompensa y por lo tanto calificaríamos como FRACASO todas las experiencias vividas. Para  aminorar este desequilibrio interior tan desagradable, antes de centrar nuestra atención en lo que deberíamos recibir del afuera,  sería muy importante focalizarnos en qué podemos hacer nosotros para, en la medida de lo posible, hacer que nuestra realidad actual (que es temporal y transitoria) se convierta en una oportunidad de crecimiento y mejora continua.


La clave radica en intentar transformar una situación de desventaja emocional en una oportunidad de fortaleza personal. Es decir, no esperar a que el ambiente cambie para cumplir tus expectativas, ser tú quien transforme tu ambiente y así modificar tu realidad. 

lunes, 8 de abril de 2013

¿Recursos Inhumanos?


En pequeñas y medianas empresas el tema de la gestión del talento humano es un tanto cuestionable. No es usual encontrar un dto. de Recursos Humanos constituido de forma estructural, más bien se inserta al dto. de administración y sus funciones mayoritariamente quedan resumidas a las gestiones de contratación. 

De manera muy simplificada, la gestión del activo intelectual implica la planificación de los recursos, el análisis de los distintos puestos de trabajo, reclutamiento y selección de candidatos, la formación y desarrollo del potencial de los empleados, la evaluación de desempeño para detectar nuevas carencias de formación, compensación y beneficios, la salud e higiene en el trabajo, así como la asignación de recompensas y reconocimientos ante los éxitos.

En otras palabras; el desarrollo y efectividad del factor humano dentro de las empresas depende de un esfuerzo constante y sostenible en el tiempo por dinamizar  todos los procesos inherentes al personal, e independientemente de las dimensiones de la organización, es competencia de la dirección o la gerencia el proveer de estos medios.

Cabría preguntarse entonces: ¿El buen manejo del personal es relativamente proporcional a las dimensiones de la organización? ¿Acaso es únicamente competencia de las multinacionales?

Evidentemente, el tema dimensional si tiene su efecto, sobre todo en las partidas presupuestarias destinadas para tales fines, sin embargo, ¿Deja entonces de requerir una mirada prioritaria la gestión del recurso humano por estos motivos? Bajo esta perspectiva, ¿Cómo queda la importancia de la planificación estratégica para lograr un posicionamiento competitivo en el mercado?

En plena consciencia de que todos estos factores son de vital importancia para el mantenimiento y éxito de las empresas en la actualizad, la pregunta crucial sería: ¿Cómo dar respuestas a todas estas cuestiones con pocos recursos? Lo principal sería nunca dar por sentado la motivación ni el buen desempeño del personal y en segundo lugar, nunca dejar de apreciar el valor que aporta la gestión de los recursos humanos para la cristalización de los objetivos estratégicos del negocio.

El análisis del entorno es siempre una herramienta indispensable para continuar siendo competitivos y evolucionar de manera óptima ante las demandas del medio. Así mismo, a nivel interno, la medición del clima organizacional es un recurso oportuno para detectar, prevenir y anticiparse a tiempo a posibles “fracasos” que al final siempre reincidirán en mayores costes a nivel de tiempo, esfuerzo y dinero.

Un “fracaso” frecuente es la rotación de personal y la pérdida de productividad que podría disminuirse o preverse con una lectura periódica de la reacción emocional del personal y una consecuente acción oportuna para aminorar el impacto de los desencadenantes.

Es lamentable ver cómo el talento humano ha caído en una suerte de reciclaje o, aprovechando el término de Brooks Stevens, de “Obsolescencia programada”, evitando invertir en la capacitación que de alguna manera aseguraría la vida útil del conocimiento y la competitividad del talento, además de la fidelidad de los empleados gracias al sentido de pertenencia que desarrollarían. Aún así, se continúa percibiendo la formación y desarrollo de los empleados como un gasto y no como una inversión a futuro.

Desde otro punto de vista, también se produce el fenómeno de “Empresa trampolín” en la que la tasa de rotación del personal voluntaria aumenta al considerar que el trabajo no es lo suficientemente reconfortante debido a las malas condiciones laborales.

Creo que no habría que perder nunca de vista que los empleados representan el único activo que marca la diferencia dentro de los mercados actuales. Las personas son las que poseen las competencias que impulsan o retrasan el desempeño organizacional, las que crean las ventajas competitivas y al fin y al cabo, las que posicionan a la empresa en algún lugar de reconocimiento estratégico.

La prioridad del cuidado y celo, del talento humano, va mucho más allá de partidas presupuestarias y dimensiones estructurales. Hay mucho que se puede hacer con muy poco. Desde mi perspectiva, es sencillamente un problema de responsabilidad!

sábado, 4 de agosto de 2012

HABILIDADES EN TIEMPOS DE CRISIS... ¿De dónde las sacamos???


En estos tiempos que corren que solemos llamar con ahínco "tiempos de crisis" cobra sentido el preguntarse CUÁLES SERÍAN LAS HABILIDADES MÁS IMPORTANTES A DESARROLLAR para poder continuar siendo competitivos en el mercado...


Como producto de un brainstorming podríamos citar aquí algunas como el manejo de la incertidumbre, la resiliencia, la visión conjunta, la adaptación a diferentes entornos, el trabajo en equipo, la resolución de problemas, la gestión del tiempo...y todas aquellas competencias trasversales que nos permitan ser más adaptativos a esta vorágine de cambios que golpea con gran fuerza a nuestras empresas y más directamente a nuestro dominio personal.

Sin embargo, ¿Cómo las obtenemos?, ¿De dónde las sacamos? 

Más allá de nuestra formación profesional, llegamos a ser realmente competitivos si sumamos en el manejo de estas destrezas que vamos desarrollando precisamente a medida que nos enfrentamos con  situaciones difíciles, permitiéndonos transformar conocimientos en comportamientos y conduciéndonos a dar respuestas más adaptativas a situaciones de mudanza.

No obstante, a pesar de ser esto lo que efectivamente hace la diferencia a la hora de enfrentarnos con éxito a situaciones conflictivas, muchas pequeñas y hasta medianas empresas dejan de lado una gran oportunidad para mejorar el clima y solidificar su cultura organizacional, pudiendo aumentar la fidelidad de sus empleados si se tomara en cuenta una mejor gestión del cambio entrenando y abriendo espacios para el desarrollo de estas habilidades.

Paradójicamente, en la mayoría de los casos la reducción de costos comienza por el departamento de Recursos Humanos...Si dejamos de lado aquello que realmente nos revalorizaría como empresa, como personas...podríamos realmente aspirar a transformarnos en algo mejor? o simplemente aspiramos a sobrevivir...? 

Para salir de la crisis fortalecidos, es necesario visualizarla como una POSIBILIDAD DE TRANSFORMACIÓN y para ello debemos desplegar todos nuestros recursos como instituciones o como individuos para disponernos al cambio. El poder vislumbrar una salida airosa a nuestra situación depende de nuestro cambio  de consciencia y para poder percibir estas dificultades actuales como posibilidades de crecimiento, hace falta romper barreras internas muy incrustadas en nuestra forma de pensar, de creer y de sentir, que pudieron habernos sido útiles en un pasado pero HOY representan nuestras mayores limitaciones.
Igualmente, es necesario superar ciertas dificultades que tienen que ver con el "locus de control" es decir, con el dónde colocar la responsabilidad de lo que nos ocurre, si fuera o dentro de nosotros (seamos un país, una empresa, algún departamentos o simplemente; ciudadanos). El cambio siempre viene de adentro hacia afuera. Para poder romper con la pasividad que nos sumerge en una constante crítica, tendríamos que evaluar aquello que sí nos compete dentro de nuestro campo de acción y ACTUAR!!! 

El cambio de perspectiva para poder ser más flexible ante una nueva realidad se hace urgente en nuestros días, así como el dejar de utilizar la crítica como escudo para no ver nuestra responsabilidad. No esperemos a que el otro haga por nosotros, dejemos de vivir con miedo al riesgo y asumamos el reto de desarrollar por nosotros mismos aquellas habilidades que se construyen en estos momentos y que nos forjan como personas más exitosas.

Cabría citar a Alvin Toffler cuando comenta: "Los analfabetos del siglo 21 no serán aquellos que no saben leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender. Un analfabeto será el que no sepa dónde ir a buscar la información que requiere en un momento dado para resolver un problema concreto. La persona formada no lo será a base de conocimientos inamovibles que posea en su mente, sino en función de sus capacidades para conocer lo que precise en cada momento" 

En resumen,  el desarrollo de estas habilidades depende de nosotros mismos.  Atrevámonos a ser entonces AUTODIDACTAS, INNOVADORES, CREATIVOS, anticipémonos a las demandas del entorno y seamos agentes propiciadores y favorecedores del cambio.


viernes, 3 de febrero de 2012

Para cuándo lo necesita?…Para ayer?


Resulta curioso darse cuenta de cómo varía la idea del tiempo en cada uno de nosotros. Esta es una variante que depende de la percepción del sentido de urgencia y de la responsabilidad que se haya forjado cada uno de nosotros a lo largo de nuestra vida. 

Por lo tanto, algunas personas prefieren vivir al límite de sus posibilidades, dejando todo para última hora, sintiendo la adrenalina como impulso, mientras que otros organizan su tiempo y su espacio del cierta manera que a través de la planificación consiguen un ritmo para ellos coherentes que a su vez les permite manejar plazos de entrega previamente fijados sin ningún problema.

Nos relataba un profesional del área de proyectos que una de las situaciones que más le llamaba la atención era la naturaleza "Urgente" de todos los pedidos que recibía. No sabía por qué, pero le daba la impresión de que estaba generalizada la costumbre de "dejar todo para última hora". Para este gerente, la palabra "URGENTE" estaba asociada con ambulancias, sirenas y hospitales; por eso, no podía entender cómo era posible que absolutamente todos los pedidos tuviesen este carácter de excepción. 


Después de muchas angustiosas entregas, fue cayendo en cuenta que en realidad no existían dichas "emergencias" y que sus clientes siempre quedaban sorprendidos por la "velocidad" con que les respondía. Los clientes de este empresario comprendieron entonces que no era necesario pedir las cosas con tanta premura, porque "siempre cumpliría". Sobra decir que las relaciones comerciales fueron mejorando considerablemente con el tiempo.

A modo de conclusión, nos comentaba que desde su punto de vista, esta forma de establecer transacciones comerciales era el resultado de una completa falta de responsabilidad de la mayoría de los profesionales y prestadores de servicios que intervenían en su sector y que quizás se atrevía a extrapolar a muchos otros sectores de nuestra economía.

Nos resulta muy interesante esta aportación porque efectivamente en nuestras empresas existe esta declaración de urgencia de la que hemos hecho referencia, los clientes, independientemente del sector, exigen plazos de respuesta muchas veces descabellados, si tomamos en cuenta que no son los únicos a los cuales se les presta un servicio. 

Si bien es cierto que la unidad de negocio y el mantenimiento de los clientes es una de las tareas de mayor prioridad, también es cierto que, dependiendo de nuestros criterio de EXCELENCIA, deberíamos reeducar a nuestros clientes por medio de la confianza que les trasmitamos, siendo siempre coherentes con lo que ofrecemos y lo que otorgamos. Sin perder de vista que si queremos sobresalir, es recomendable que hagamos énfasis en lo siguiente:

* Seamos sinceros con nosotros mismos y con nuestros clientes a la hora de establecer objetivos y fechas. Es contraproducente engañar a un cliente para ganar una licitación.

* La excelencia y la responsabilidad es un valor que nos debe distinguir por encima de todo y de todos. Debemos saber identificar lo que tenemos que hacer y entonces actuar en consecuencia, estableciendo las prioridades que sean necesarias. Aunque algunas veces no lo veamos claro, esta forma de ser es clave para forjar empresas sólidas y duraderas.

* Dado el caso de no poder cumplir con lo prometido, debemos siempre dar la cara e informar con anticipación suficiente para adelantarse a posibles inconvenientes. Los clientes lo entenderán y agradecerán.

* Hagamos uso de la empatía. Tratemos a los clientes como nos gustaría que nos trataran a nosotros mismos.


martes, 13 de diciembre de 2011

Atrévete y te sorprenderás!

“El que no se arriesga, ni gana ni pierde”

Esta frase nos debe resultar muy familiar, la habremos escuchado infinidad de veces…pero, qué opinas tú al respecto? Eres de los que se arriesga cuando visualiza alguna oportunidad provechosa o eres más bien cauteloso y discreto, inseguro y pensativo ante los detalles, adelantándote a los posibles inconvenientes que te puedan surgir?



En ocasiones, no resulta tan sencillo embarcarse en una nueva aventura que implique variaciones y riesgos violentos, sobre todo si éstos pueden involucrar “pérdidas” o “cambios en nuestro estatus”. Generalmente nos lanzamos al vacío cuando nos aseguramos primero que no tenemos mucho que perder o cuando las pérdidas no supondrán detrimentos considerables con respecto a la inversión inicial.

El miedo al fracaso puede llegar a ser una gran limitante en nuestra vida y en nuestra trayectoria profesional. Quizás te resulte útil recordar a aquel niño de la escuela, que sentía un fuerte escalofrío en el estómago y el corazón galopando en su pecho cada vez que veía a la chica de sus sueños, pero se quedaba paralizado, incapaz de hablarle… O aquel otro muy inteligente que sabía siempre las respuestas a las preguntas del profesor y que nunca llegó a postularse a aquel concurso por temor a equivocarse o a que se burlaran de él. Lo más irónico es que nunca se detuvo a pensar que quizás la chica también sentía cierta atracción por él…o en el caso del segundo, que los demás quizás no sabrían tanto como él. 



Definitivamente la historia tendría un final muy diferente si los niños se hubiesen arriesgado un poco más. Pero de qué depende que seamos más atrevidos o más cohibidos? No solo tendrá que ver con agentes internos (rasgos de personalidad) y externos como la educación que hemos recibido, sino que también tendremos que relacionarlo con factores situacionales como la práctica que hayamos tenido sobre escenarios previos.  

Lo que si es cierto es que mientras menos nos equivoquemos, menos experiencia adquirimos, menos contextos distintos manejaremos, menos recursos tendremos que desarrollar y nos quedaremos en una zona de confianza “ficticia” y temporalmente frágil. La pericia se adquiere con la práctica, el enfrentar diariamente nuevos retos es lo que nos asegura el desarrollo de nuevas destrezas, proporcionándonos más soltura ante nuevos desafíos.  

Tomando en cuenta esto, la frase inicial del post podría reescribirse: 

“El que no se arriesga, siempre pierde”

No solamente, pierdes la ocasión de descubrir nuevos caminos, sino que dejas pasar la oportunidad de ganar nuevas herramientas que te permitirán continuar reinventándote ante nuevas situaciones, fortaleciendo el conocimiento acerca del mundo y sobre todo, de cómo te mueves tú en él.

Para poder triunfar en lo que hacemos, tenemos que tener muy claro aquello en lo que somos buenos, que representará una ventaja y una posibilidad de éxito frente al mercado. Igualmente tenemos que mirar hacia nuestras carencias, aquellos vacíos que de alguna forma nos posicionan por detrás y que evidentemente representan puntos a mejorar.



Por lo tanto, tampoco podemos movernos en extremos, como aquel Gambler al que le salió la jugada de su vida... Con un Poker de Ases, juró que era imposible perder! Por lo que confiado, apostó TODO lo que tenía….con lo que no contaba era que el destino también ayudaría a su contrincante, nada menos que con una escalera real!… Lo perdió todo, pero seguro que aprendió una importante lección: Es importante limitar el impacto de un posible fracaso.

Entonces la frase de nuestro post deberíamos reescribirla una vez más: 

“El que no se arriesga de forma controlada, siempre pierde” 

Sea en los negocios o en cualquier aspecto de nuestra vida, es necesario que sepamos establecer esos límites que nos permitirán asumir las posiciones de riesgo que son imprescindibles para cambiar y alcanzar la excelencia. Si no nos exponemos nunca obtendremos resultados.

Ahora es el momento para dar ese paso y presentar esa gran idea que tenemos, para pedir el aumento que deseamos, para alzar nuestra voz y dar nuestra opinión, para asumir nuestra realidad y para ser lo que siempre hemos querido ser.

Atrévete y (te) sorprenderás! 

lunes, 21 de noviembre de 2011

Una historia que se repite...

...A pesar de la tendencia negativa en las ventas de los últimos 3 trimestres, el Director General estaba confiado y tranquilo, se había tocado fondo, era imposible que la situación empeorara aún más. Lo que faltaba era simplemente esperar por un punto de inflexión en la curva, situación que no llegaba.

 
La pequeña y exitosa empresa que dirigía había alcanzado excelentes resultados durante tres años consecutivos, él había sido condecorado y ya era reconocido en las asociaciones industriales del sector. Realmente todo se debía a aquel acuerdo comercial con esa gran empresa Alemana. Su demanda era tal, que en poco tiempo comenzaron a fabricar casi exclusivamente para ellos. Las inversiones eran exclusivamente para ser más eficientes y más rápidos en los procesos de fabricación de los subproductos de la súper empresa Alemana. Todo iba viento en popa!

Pero algo sucedió. El análisis del flujo de caja indicaba que faltaría liquidez en menos de tres meses! Era el momento de tomar decisiones! Llamó a sus asesores y comenzaron a estudiar una estrategia drástica de reducción de gastos, que pasaba por una reducción de personal, recortes en los beneficios, viáticos, etc., etc., etc.

Con todo esto se lograría un ahorro significativo en los gastos fijos, penalizaba considerablemente el mantenimiento y la estructura comercial, pero permitiría una recuperación del flujo de caja hasta que se ocurriera "la inflexión de la curva" y se retomaran los volúmenes de ventas a los que estaban habituados. 

El tiempo pasó…

La gran empresa Alemana fue comprada por una multinacional asiática con una filosofía totalmente diferente y por supuesto, con proveedores diferentes. Y como era de esperar, la empresa de nuestra historia, sus empleados y director pasaron a aumentar las estadísticas de fracaso y el desempleo.




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De esta pequeña historia podemos extraer algunas reflexiones:

    1)      Hay un refrán popular que dice: “Cuando el río suena, es porque piedras trae”. Debemos ser precavidos para adelantarnos a los acontecimientos aunque no nos guste el panorama futuro o las noticias que escuchamos. Si el director de nuestra historia hubiese estado más atento a los indicadores del mercado, habría tenido más tiempo y recursos para planificar estratégicamente un cambio más exitoso. 

    2)      No se recomienda que la empresa dependa de un solo cliente o de un solo proveedor. Es importante monitorizar frecuentemente el peso en las ventas de los principales clientes y analizarlos exhaustivamente para evitar sorpresas desagradables.

    3)     Es recomendable, hacer los procesos cada vez más eficientes, pero también es importante invertir en nuevos productos y nuevos clientes. Esta hubiera sido, sin lugar a dudas, una posible solución para la empresa de nuestro relato.

    4)      Los recortes de última hora en casos tan extremos como este, son como "paños calientes". Nos preguntamos, en realidad son necesarios? Tal vez, sin embargo, por si solos no resuelven la situación. Es necesario corregir el problema de raíz, buscando fuentes de ingresos adaptadas a la nueva realidad y con los recursos existentes.

Estamos cansados de escuchar que las crisis representan "oportunidades", probablemente sea cierto, lo realmente difícil es identificarlas. Muchas veces necesitamos la ayuda de alguien externo al problema, que no esté tan identificado con la situación de conflicto, para que nos de ideas frescas y puntos de vista diferentes.

De una cosa si podemos estar seguros; con el pasar del tiempo, nuestras vidas cambian de rumbo gracias a las decisiones que tomamos o dejamos de tomar en esos momentos de crisis y cuando vemos hacia atrás, nos damos cuenta que hemos aprendido y evolucionado gracias a ellas!!


No te resistas al cambio, ábrete a él y conviértelo en tu aliado!!!