martes, 13 de diciembre de 2011

Atrévete y te sorprenderás!

“El que no se arriesga, ni gana ni pierde”

Esta frase nos debe resultar muy familiar, la habremos escuchado infinidad de veces…pero, qué opinas tú al respecto? Eres de los que se arriesga cuando visualiza alguna oportunidad provechosa o eres más bien cauteloso y discreto, inseguro y pensativo ante los detalles, adelantándote a los posibles inconvenientes que te puedan surgir?



En ocasiones, no resulta tan sencillo embarcarse en una nueva aventura que implique variaciones y riesgos violentos, sobre todo si éstos pueden involucrar “pérdidas” o “cambios en nuestro estatus”. Generalmente nos lanzamos al vacío cuando nos aseguramos primero que no tenemos mucho que perder o cuando las pérdidas no supondrán detrimentos considerables con respecto a la inversión inicial.

El miedo al fracaso puede llegar a ser una gran limitante en nuestra vida y en nuestra trayectoria profesional. Quizás te resulte útil recordar a aquel niño de la escuela, que sentía un fuerte escalofrío en el estómago y el corazón galopando en su pecho cada vez que veía a la chica de sus sueños, pero se quedaba paralizado, incapaz de hablarle… O aquel otro muy inteligente que sabía siempre las respuestas a las preguntas del profesor y que nunca llegó a postularse a aquel concurso por temor a equivocarse o a que se burlaran de él. Lo más irónico es que nunca se detuvo a pensar que quizás la chica también sentía cierta atracción por él…o en el caso del segundo, que los demás quizás no sabrían tanto como él. 



Definitivamente la historia tendría un final muy diferente si los niños se hubiesen arriesgado un poco más. Pero de qué depende que seamos más atrevidos o más cohibidos? No solo tendrá que ver con agentes internos (rasgos de personalidad) y externos como la educación que hemos recibido, sino que también tendremos que relacionarlo con factores situacionales como la práctica que hayamos tenido sobre escenarios previos.  

Lo que si es cierto es que mientras menos nos equivoquemos, menos experiencia adquirimos, menos contextos distintos manejaremos, menos recursos tendremos que desarrollar y nos quedaremos en una zona de confianza “ficticia” y temporalmente frágil. La pericia se adquiere con la práctica, el enfrentar diariamente nuevos retos es lo que nos asegura el desarrollo de nuevas destrezas, proporcionándonos más soltura ante nuevos desafíos.  

Tomando en cuenta esto, la frase inicial del post podría reescribirse: 

“El que no se arriesga, siempre pierde”

No solamente, pierdes la ocasión de descubrir nuevos caminos, sino que dejas pasar la oportunidad de ganar nuevas herramientas que te permitirán continuar reinventándote ante nuevas situaciones, fortaleciendo el conocimiento acerca del mundo y sobre todo, de cómo te mueves tú en él.

Para poder triunfar en lo que hacemos, tenemos que tener muy claro aquello en lo que somos buenos, que representará una ventaja y una posibilidad de éxito frente al mercado. Igualmente tenemos que mirar hacia nuestras carencias, aquellos vacíos que de alguna forma nos posicionan por detrás y que evidentemente representan puntos a mejorar.



Por lo tanto, tampoco podemos movernos en extremos, como aquel Gambler al que le salió la jugada de su vida... Con un Poker de Ases, juró que era imposible perder! Por lo que confiado, apostó TODO lo que tenía….con lo que no contaba era que el destino también ayudaría a su contrincante, nada menos que con una escalera real!… Lo perdió todo, pero seguro que aprendió una importante lección: Es importante limitar el impacto de un posible fracaso.

Entonces la frase de nuestro post deberíamos reescribirla una vez más: 

“El que no se arriesga de forma controlada, siempre pierde” 

Sea en los negocios o en cualquier aspecto de nuestra vida, es necesario que sepamos establecer esos límites que nos permitirán asumir las posiciones de riesgo que son imprescindibles para cambiar y alcanzar la excelencia. Si no nos exponemos nunca obtendremos resultados.

Ahora es el momento para dar ese paso y presentar esa gran idea que tenemos, para pedir el aumento que deseamos, para alzar nuestra voz y dar nuestra opinión, para asumir nuestra realidad y para ser lo que siempre hemos querido ser.

Atrévete y (te) sorprenderás! 

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